"...La gruta es en realidad una extensa red de cavernas decoradas con magníficos grabados ypinturas rupestres del Paleolítico superior, en concreto del período Magdaleniense (17000-10000 a. C.). Es célebre, entre otras cosas, por la representación de dos seres mitad hombres y mitad animales, un hecho raro en el arte rupestre. El primero es un grabado conocido como “el hombre-bisonte”, un personaje que reúne simultáneamente las características de un ser humano y de un bisonte. Parece estar conduciendo un rebaño de animales mientras toca un instrumento, quizá un aerófono o un arco musical. La segunda figura, llamada simplemente “el hechicero”, está grabada y parcialmente pintada en negro. Representa a un ser antropomorfo con piernas humanas, órganos genitales masculinos, patas posteriores de oso, cola de caballo, astas y orejas de ciervo, barba de bisonte y ojos de búho. Este enigmático personaje, que se halla situado en un lugar casi inaccesible, a 4 m de altura, por encima del resto y dominando el espacio a su alrededor, es el más famoso de la cueva y ha recibido múltiples interpretaciones: un brujo practicando un rito mágico, una divinidad de la caza (del tipo “dios cornudo") o incluso un chamán en trance..."
“El chamanismo, que se centra sobre todo en la necesidad de acabar con vidas (de animales) para mantener la propia, refleja una cosmología primitiva, un equilibrio alcanzado gracias a una idea: la de que el ser humano debe pagar por las almas de los animales que necesita matar para sobrevivir, de modo que el chamán vuela hasta el dueño de los animales para negociar un precio.”
Para los primitivos todo lo que existe es un ser viviente conectado con un todo en el que hay niveles, múltiples almas conectadas, con las que se puede viajar para crear beneficios para la comunidad. Por ejemplo se pensaba que parar curar había que recuperar el alma perdida del enfermo y devolverla al cuerpo, en una aventura con peligros.
El chamanismo ha llegado hasta la actualidad en muchos lugares sobre todo en grupos más vinculados con la caza y la recolección, pero algunos relatos o cuentos como La Cenicienta hacen referencia a nuestra cultura chamánica.
La importancia del chamanismo la refleja en
un texto online: Había una vez... -o las raíces míticas, simbólicas, psicológicas y chamánicas del cuento infantil por Edgar Allan García
El elemento chamánico:
“Aquel que enseñe a volar a los hombres del futuro, habrá desplazado
todos los límites; para él, los mismos límites volarán por los aires.
Así hablaba Zaratustra, Nietszche
Muchos cuentos “infantiles” que nos ha legado la tradición de muchos pueblos, contienen toda un simbología chamánica, como ya hemos visto anteriormente, pero hay más: veamos por ejemplo el caso de la “cueva” donde se introduce Alí Babá para encontrar el “tesoro” o la "cueva" donde Aladino es enviado en busca de una "lámpara maravillosa", o el súbito crecimiento de la habichuela mágica que le permite al héroe llegar a un misterioso castillo en las alturas. Según la tradición de muchos pueblos, el “abajo” corresponde al mundo de los enanos, o de los "elementales", o de los demonios, en tanto que el “arriba” es el hogar de los gigantes, los apu, o los dioses. “Arriba” quiere decir, por ejemplo, el castillo donde habita la enorme Bestia a la que rescatará una decidida y hermosa muchacha (de la misma manera en que en otro cuento una princesa logra convertir a un sapo nuevamente en príncipe). “Arriba” es también la cima de una montaña sagrada o el reino que está más allá de las nubes, el territorio de lo insondable, de lo no humano, ya sea éste lugar físico o simbólico como Asgard, Olimpo, Meru, Shangri-La, Uluru o el Empíreo.
En este contexto, las habichuelas que empiezan a crecer hasta la morada del gigantesco “ogro” al que finalmente le roba el “tesoro”, nos estaría hablando del ascenso del chamán al “mundo de los espíritus”, de donde trae de vuelta a seres “aliados”, objetos de poder o secretos curativos que le permiten lograr su cometido[7]. En la tradición de los Toba, los pionak (chamanes) suben por un árbol negro que está en medio de una laguna entonando cantos mágicos para ahuyentar a los malos espíritus y más tarde absorber el haloik (poder) de los espíritus que van dejando atrás a medida que suben a otros niveles. También en la tradición de los Taulipang, el chamán debe subir por un bejuco hasta el mundo de los espíritus, de la misma forma en que un día la Luna llegó al cielo trepando por un bejuco. Lo mismo hacen los chamanes de Norteamérica al trepar por el tronco de un árbol sagrado para –tras un período de ayuno y aislamiento- conseguir respuestas del “más allá” y, lo que conocemos inocentemente como “palo encebado” (al que hay que trepar con mucha dificultad para obtener premios o tesoros)* no es otra cosa que un remanente de este tipo de rituales que son parte de la tradición chamánica en muchos lugares del mundo. Más aún, el "vuelo mágico" de los Piaroa empieza con la preparación del "yopo", sustancia alucinógena que se logra triturando las habas negras del árbol del mismo nombre.
*Como nos lo recuerda Ralph Metzner: "En lugar de dar frutos convencionales, de los árboles alquimistas colgaban muchas joyas y metales preciosos. Estos simbolizaban las gemas del conocimiento y la penetración..."
Cabe agregar que en la versión de La Cenicienta de los hermanos Grimm, el padre de Cenicienta le pregunta a su hija qué le puede traer de regalo al regreso de su viaje y, al revés de los fastuosos requerimientos de sus hermanastras, ella solo le pide la primera rama que encuentre en el camino. A su regreso, el padre le trae a Cenicienta la rama de una zarza que la muchacha siembra en el sepulcro de su madre y que gracias a sus continuas lágrimas, la zarza crece en poco tiempo. Dicha zarza (que tiene un antecedente interesante en pasajes bíblicos como Jueces, Éxodo y Corintios en los que queda en claro su naturaleza solar) es la que le proporciona a la Cenicienta los vestidos principescos cuando ella recita un ensalmo mágico: "arbolito pequeño, dame un vestido que sea de oro y plata muy bien tejido". Como se verá, aunque Cenicienta no trepa al árbol, de éste obtiene un tesoro que viene de "lo alto". No hay que olvidar que en esta versión -en la que no hay un hada madrina como en la versión de Perrault- dos palomas blancas (seres de "la altura" y cuya simbología de pureza es muy clara) le ayudan en todo momento a superar pruebas, a establecer su verdadera identidad ante el príncipe y a vengarse de sus hermanas malvadas.
Como se recordará, en sus viajes, Gulliver fue alternativamente diminuto y gigantesco: a Alicia le sucedió lo mismo en el País de las Maravillas y también al inolvidable Nils Holgerson, de Selma Lagerlöff, cuando se convirtió en gnomo para navegar sobre el lomo de un pato salvaje. Pero esa súbita pequeñez o desmesura de los personajes implica en realidad una conexión con la antigua tradición del reino de los gigantes y de los enanos, esto es con el “arriba” y el “abajo”, el urin y el anan de la visión chamánica, como habíamos visto con anterioridad.
Por ello, tal vez no sea una coincidencia que la historia del Gato con Botas se parezca tanto a la forma en que muchos pueblos han concebido el papel de los zancos: los que son capaces de montar sobre ellos, según una antigua tradición china, podrán cruzar a gran velocidad de un lado a otro la tierra, sin ser detenidos por ríos ni montañas. La alfombra mágica de Aladino –cuyo nombre proviene de Alláh (Dios) y Djinn (mensajero o demonio)- también nos hablaría de cómo el chamán es capaz de llegar a lugares distantes en un resuello, con el solo poder de su “conexión cósmica”.
De esta manera, un mundo poblado de seres maravillosos (hadas, gnomos, hechiceros, brujas, árboles que hablan, espadas invencibles…) tienen la virtud de sumergirnos en el misterioso universo del chamán donde los animales son portadores de sabiduría, los objetos inanimados hablan, los seres invisibles se manifiestan y los objetos mágicos actúan de forma decisiva.
Estos elementos simbólicos, arraigados en el inconsciente colectivo, han permitido que persistan en el tiempo un puñado de personajes de historieta que guardan un parecido no casual con las características de los héroes míticos, o que despierten gran interés aquellos filmes que nos recuerdan los pasos iniciáticos a través de los cuales el héroe despierta a una visión diferente del mundo, más allá de la “ilusión” de lo que llamamos “realidad”, como sucedió en La Guerra de las Galaxias o en The Matrix, para citar dos ejemplos cercanos.
Por último, para nadie es un secreto que J. K. Rowling escribió la saga de Harry Potter usando, a conciencia, todos aquellos elementos que son parte de las antiguas historias mágicas: tras la representación de la milenaria lucha entre el bien y el mal, se mueven hipnóticamente objetos de poder, aliados sobrenaturales y destinos claramente marcados por una mano misteriosa. Aunque ya sabemos quién ganará cada partida, la autora echa mano del suspenso –clave en todo cuento maravilloso- a través del cual nos invita a seguir cada incidencia con la respiración contenida. Así, Harry Potter, como tantos héroes, es un huérfano, un patito feo que descubre su dimensión de cisne luminoso, un bello durmiente que despierta ante su propio poder interior que le permite ser el mago de los magos, tal y como estuvo predestinado desde que naciera.
ACTIVIDAD.
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