Ayer analizamos el caso de la llegada a finales del II Milenio a.c. De los Pueblos del Mar.
Hoy vamos a ver otros casos y trabajaremos las causas y las consecuencias.
“Los datos del capítulo anterior nos indicaron que pueblos primitivos como los chukchi acabaron llegando al estrecho de Bering desde África, que sus ancestros habían abandonado hace entre 60.000 y 50.000 años antes, y que lo hicieron siguiendo una o dos grandes rutas: la centroasiática o la de la cuenca del Pacífico. En este capítulo, en lugar de centrarnos en la genética, lo haremos en los mitos, utilizando una síntesis científica relativamente nueva que pretende conjugar la mitología y los últimos descubrimientos cosmológicos, geológicos, paleontológicos y arqueológicos, con el fin de reconstruir acontecimientos del pasado remoto que fueron tan catastróficos, traumáticos y desconcertantes que los pueblos de ese pasado precisaron de toda su artillería intelectual para comprender esas experiencias tan desastrosas.”
Peter Watson trata de explicarnos que en los mitos e historias que se conservan quedan trazas de que las gentes han vivido grandes catástrofes y esas vivencias permiten explicar como piensan en la actualidad los pueblos de forma o diferente:
“Ahora sabemos que, en líneas generales, los mitos son precisamente recuerdos y, al mismo tiempo, advertencias de que es muy posible que los desastres se repitan. Cuando terminemos, tendremos una idea bastante aproximada de las primeras diferencias psicológicas entre los antiguos pueblos del Viejo Mundo y los primeros americanos.”
El mito de la gran inundación...
“el más conocido, es el que habla de una gran inundación y que, aunque sus dimensiones exactas no se calibren, se relata no solo, evidentemente, en la Biblia cristiana, sino en antiguas leyendas de la India, China, el Sureste Asiático...
...“El tema principal de este mito es el de la separación, generalmente del cielo y la Tierra. El relato aparece en una franja que va desde Nueva Zelanda hasta Grecia (una distribución que, como veremos, tiene su importancia) y siempre presenta un reducido número de rasgos comunes. El primero es la aparición de la luz. Como se dice en el Génesis, 1, 3: «Dijo Dios: “Haya luz”; y hubo luz». En casi todas las cosmogonías aparece este tema y es muy curioso que ni el Sol ni la Luna sean el origen de la primera luz de la creación, sino que más bien esa luz primigenia se relaciona con la separación entre cielos y tierra. El Sol únicamente aparece después de la separación de los cielos y la tierra. En algunas tradiciones orientales se permite la entrada de la luz porque la pesada sustancia que forma las nubes que envuelven la Tierra se desploma sobre el suelo, y la luz, al despejar las nubes, se alza para convertirse en el cielo. Una metáfora habitual para representar este asunto es la de un huevo que se parte. En otros mitos la oscuridad se describe como una «densa noche».”
¿Qué pudo pasar para que apareciese esta historia? La clave al parecer es un volcán y una gran erupción.
“una erupción volcánica hace entre 74.000 y 71.000 años, que se sabe fue la más potente de las registradas en el planeta durante los últimos dos millones de años: un descomunal estallido que, después de producir una enorme columna de cenizas de treinta kilómetros de altura (unos 2.800 kilómetros cúbicos, dos veces el volumen del Everest), se habría expandido hacia el norte y el oeste hasta cubrir Sri Lanka, la India, Pakistán y grandes áreas del golfo Pérsico con una capa de más de 15 centímetros de grosor, aunque en un yacimiento del centro de la India todavía hoy en día la capa es de casi 51 centímetros de grosor.1 Hace poco se ha encontrado ceniza de Toba en el mar de Arabia y en el de la China, a 2.400 kilómetros del propio lago de Toba.2 La erupción ocasionó una enorme caldera que ahora alberga el lago más grande de Indonesia, de 85 kilómetros de largo y un máximo de 15 de ancho, con acantilados de 1.200 metros de altura y unas aguas de 580 metros de profundidad.3 Después de la erupción se habría producido un largo invierno volcánico (las temperaturas marinas, según el geólogo Michael Rampino, cayeron en torno a cinco grados centígrados y durante semanas o meses grandes zonas habrían estado sumidas en una oscuridad total).4 Las nubes de diminutas partículas de ácido sulfúrico, que ahora sabemos que producen las grandes erupciones, podrían haber reducido la fotosíntesis en un 90 por ciento o incluso acabar completamente con ella, lo cual habría tenido importantes consecuencias para la superficie boscosa.”
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