...El hoplita era un ciudadano-soldado de las ciudades estado de la Antigua Grecia.1 Su nombre (del griego antiguo ὁπλίτης, hoplitēs) deriva de hoplon (ὅπλον, plural hopla, ὅπλα), lo que quiere decir «artículo de armamento» o «equipamiento». Era un soldado de infantería pesada, en contraposición al gimneta (griego antiguo γυμνής, gumnếs) y al psilós (griego antiguo ψιλός), soldados de infantería ligera.
Estos soldados aparecieron probablemente a finales del siglo VII a. C. Formaban parte de una milicia ciudadana, armada como lanceros. Éstos eran relativamente fáciles de armar y mantener, y además podían pagar el coste del armamento. Casi todos los griegos conocidos de la Antigüedad clásica lucharon como hoplitas, incluso filósofos y dramaturgos.
Desde la formación de los hoplitas como milicia, no recibieron permanentes ataques y las campañas eran cortas. La excepción de esto eran los guerreros espartanos, que eran soldados especializados, y que tenían en sus estados tierras asignadas a las clases bajas que eran quienes se encargaban de ellas. Los ejércitos marchaban directamente hacia su objetivo. Allí, los defensores podían esconderse tras las murallas de la ciudad; en ese caso los atacantes debían contentarse con hacer estragos en el campo, aunque los primeros también podían decidir encontrarse con ellos en el campo de batalla. Las batallas entonces tendían a ser decisivas. Eran cortas, sangrientas y brutales, por lo que se necesitaba un alto grado de disciplina.
Ambas fuerzas se alineaban en una llanura, con una formación rectangular aproximada, alrededor de ocho filas, aunque esto variaba. Otras fuerzas eran menos importantes; como los hippeis (caballería), que se situaban en los flancos, y tanto la infantería ligera como las tropas que lanzaban proyectiles eran insignificantes. Los hoplitas más conocidos eran los hoplitas espartanos, que eran entrenados desde su niñez en el combate y en la guerra, para convertirlos en una fuerza de ataque superior y excepcionalmente disciplinada...
FUENTE WIKIPEDIA: HOPLITA.
“...Las infanterías griegas de la Edad Oscura no eran tan impresionantes como sus homólogas posteriores, pero sí la principal —y muchas veces única— línea de defensa de una comunidad. Al término del siglo VIII a.C., la fabricación de armas había avanzado considerablemente, y en Grecia, las polis cada vez tenían más capacidad para equipar a grandes infanterías en lugar de los escuadrones de aurigas aristocráticos, que eran mucho más reducidos. A consecuencia de ello, entre 700 y 650 a.C., los viejos guerreros de estilo homérico, que habían luchado en combates únicos, estaban desfasados. Esto supuso una crucial transformación social y militar, ya que las guerras ya no eran solo un privilegio de la nobleza. Cualquiera que pudiera permitirse adquirir armas modernas (hopla) podía unirse a estas prestigiosas tropas, con independencia de su rango o linaje. Y con el ejército hoplita nació una nueva igualdad, pues era una milicia del pueblo formada por una muestra más amplia que nunca de la población masculina.
Esto constituyó una importante ruptura con el pasado. «Hesíodo afirmaba que había llegado el momento de abandonar el ideal heroico tradicional; el ejército hoplita materializó esta ruptura.» El guerrero individual (e invariablemente aristócrata), que buscaba su propia gloria, había devenido un anacronismo. Por el contrario, el soldado hoplita formaba parte de un equipo. Las falanges hoplitas vencían o eran derrotadas juntas, en masa. «Se redefinió la excelencia: en ese momento consistía en el patriotismo y la devoción por el bien común. En lugar de buscar agresivamente la gloria y la fama, el hoplita renunciaba a sus necesidades por el bien de toda la falange. Ello fomentó una ética de generosidad y devoción hacia los demás.»
...sentó las bases de la democracia. «Un agricultor que luchara junto a un noble en la falange ya nunca vería a la aristocracia con los mismos ojos.» El respeto que los plebeyos profesaban a los aristócratas desapareció...
...Las clases bajas no tardaron en reivindicar que su organización —la asamblea popular— debía adoptar un papel relevante en el gobierno de la ciudad. La reforma hoplita cambió radicalmente la imagen que tenían las polis de sí mismas.
Dicha transformación tuvo efectos muy diversos. Por ejemplo, la libertad de expresión, que originalmente era un privilegio de los héroes nobles, se extendió a todos los miembros de la falange. Sin embargo, esta última utilizaba otro idioma.
Nació el LOGOS:
... la poesía alusiva de Homero y la Edad Heroica. ... Pero el logos nacía de una necesidad práctica. El hombre quería saber qué había ocurrido y qué debía hacer, y era vital que cualquier soldado se sintiera cómodo cuestionando un plan de batalla que afectara a todos. El logos de los hoplitas no sustituyó al mythos de los poetas, sino que ambos coexistían...
...«Se redefinió la excelencia: en ese momento consistía en el patriotismo y la devoción por el bien común. En lugar de buscar agresivamente la gloria y la fama, el hoplita renunciaba a sus necesidades por el bien de toda la falange. Ello fomentó una ética de generosidad y devoción hacia los demás.»
Esta reforma supuso una gran transformación para Grecia, aunque tal vez involuntaria, y sentó las bases de la democracia. «Un agricultor que luchara junto a un noble en la falange ya nunca vería a la aristocracia con los mismos ojos.» El respeto que los plebeyos profesaban a los aristócratas desapareció. Las clases bajas no tardaron en reivindicar que su organización —la asamblea popular...
...A principios del siglo VI, los hoplitas participaron, aunque indirectamente, en un levantamiento de los agricultores de las zonas rurales de Ática, que protestaban por la explotación a la que los sometían los aristócratas y se unieron contra ellos. La guerra civil parecía inevitable, y los aristócratas ya no contaban con la ventaja de la superioridad militar, de la cual habían gozado tradicionalmente. La explotación de los agricultores se había acentuado en aquella época debido al invento de la moneda en la cercana Lidia. Su uso se extendió rápidamente entre los griegos, y permitió que la riqueza aumentara y que más hombres adquirieran tierras. Esas tierras tenían que ser defendidas y, en conjunción con las nuevas armas, influyeron en el desarrollo de la falange hoplita. No obstante, el invento del dinero acrecentó las diferencias entre ricos y pobres.
La desigualdad se intensificó porque las tierras de Ática —por muy deseables que fuesen en teoría[…]”“eran infecundas, al menos para el cultivo del grano. De ahí que en los años malos, los agricultores más pobres tuvieran que pedir préstamos a sus vecinos más adinerados. Con el invento de la moneda, el agricultor, en lugar de pedir un saco de cereales como se hacía antiguamente, tomaba prestado el precio de dicho saco. Pero aquel saco se había comprado cuando el maíz escaseaba —y, en consecuencia, era relativamente caro— y solía devolverse en tiempos de abundancia, es decir, cuando el maíz se abarataba. Esto causaba un aumento de la deuda, y en Ática la ley permitía que los acreedores apresaran al deudor insolvente y lo esclavizaran a él y a su familia. Esta «ley del hombre rico» ya era mala de por sí, pero la evolución de la escritura, momento en el cual se redactaron las leyes bajo la supervisión de Dracón, empeoró las cosas y alentó a la gente a hacer cumplir sus derechos escritos. Se decía que la «ley draconiana» estaba escrita con sangre.”
“El malestar creció hasta tal punto que los atenienses dieron lo que para nosotros sería un paso impensable: nombrar a un tirano como mediador. Originalmente, cuando el término «tirano» se utilizó por primera vez en Oriente Próximo, no era la palabra peyorativa que conocemos a día de hoy. Se trataba de un título informal, equivalente a «patrón» o «jefe», y los tiranos solían hacer acto de presencia después de una guerra, cuando su función más importante era repartir equitativamente las tierras enemigas entre las tropas victoriosas. Sin embargo, en Atenas eligieron a Solón por su dilatada experiencia. Este tirano era un descendiente lejano de los reyes y había compuesto poemas en los que criticaba la codicia de los ricos. Su cometido fue reformar la Constitución.9
Solón era un hombre sabio y no se conformaba con aprobar unas cuantas leyes. Pensaba que era más importante explicar a los agricultores y aristócratas cuáles eran sus responsabilidades y hacerles ver que todos eran en parte responsables de aquel estado de dysnomia («desorden»), como él lo llamaba. De todos modos, su auténtica innovación fue la insistencia en que los dioses no intervinieran en los asuntos de los humanos y no revelaran ninguna
“ley divina para que los atenienses resolvieran sus problemas. De este modo, Solón secularizó la política de un plumazo, y aquel fue un «momento capital», en palabras de Karen Armstrong. En la visión anterior de la Antigüedad, la justicia formaba parte de un orden cósmico, pero Solón no lo aceptaba. Para él, la ciudad debía funcionar de la misma manera que la falange hoplita, en la que todos los soldados actuaban conjuntamente por el bien del grupo. Para equilibrar los dos sectores principales de la sociedad —los agricultores y los aristócratas—, canceló las deudas de los primeros y ofreció una nueva definición de estatus: en adelante sería una cuestión de riqueza y no de nacimiento. Quien pudiera producir más de 200 fanegas de cereales, vino o aceite cada año tendría derecho a ocupar un cargo público.”
“Darío (550-486 a.C.), rey de los aqueménidas/persas, había aplastado la rebelión y dirigido su atención hacia la península. Ante tan importante amenaza, Temístocles, general perteneciente a una de las familias atenienses menos prominentes, fue elegido magistrado y convenció al Consejo de Areópago (véase más adelante) de la necesidad de crear una flota.
Los atenienses carecían de experiencia en batallas navales —los hoplitas eran su más preciado tesoro—, por lo que la estrategia era arriesgada. Pese a ello, siguieron adelante y construyeron 200 trirremes y adiestraron a una armada de 40.000 hombres. La iniciativa también fue controvertida por dos razones. El grado de amenaza obligó a reclutar a todos los varones sanos: aristócratas, agricultores y thetes, hombres pertenecientes a las clases bajas, que remarían hombro con hombro en los bancos de los barcos. Antes, solo permitían unirse a los hoplitas a aquellos hombres que pudieran sufragarse su propio equipo; ahora todos formaban parte del ejército, cosa que fomentó el ideal democrático. Además, los hoplitas, habituados a luchar cuerpo a cuerpo, juzgaban deshonroso y humillante el sentarse en un trirreme, pues significaba dar la espalda al enemigo.
Los hoplitas debían de sentirse molestos con el plan de Temístocles..."
Pasaje de: Watson, Peter. “La gran divergencia.”
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