jueves, 8 de enero de 2015

Lo que dice un objeto

Lee este texto que es un fragmento del libro de MacGregor, Neil. “La historia del mundo en 100 objetos.” 




Buda sedente de Gandhara
Estatua de piedra, procedente de Pakistán
100-300 d. C.

“En el Museo Británico tenemos una escultura de Buda tallada en esquisto gris, una roca que contiene fragmentos de cristal que hacen que la piedra brille y centellee cuando le da la luz. Las manos y la cara de Buda son más o menos de tamaño natural, pero el cuerpo es más pequeño, y está sentado con las piernas cruzadas en posición de loto y las manos levantadas a la altura del pecho. Lleva una túnica que le cubre los dos hombros y cuyos pliegues forman surcos y protuberancias gruesos y redondeados. Asimismo, la tela le cubre casi por completo los pies, excepto dos dedos del pie derecho, que tiene doblado hacia arriba y que apenas se ve. Lleva el pelo recogido en lo que parece ser un moño, pero que en realidad es un símbolo de la sabiduría y el estado de iluminación de Buda. Mira serenamente a lo lejos, con los párpados caídos. Y elevándose desde la parte superior de sus hombros, y ro“rodeándole la cabeza, está lo que parece ser un gran plato llano de color gris, pero que, obviamente, no es otra cosa que su halo.”




“Hoy se pueden encontrar estatuas de Buda, sentado y sereno, en todo el mundo. Pero Buda no siempre ha estado ahí para que podamos contemplarlo; durante siglos se le representó únicamente por medio de una serie de símbolos. La historia de cómo todo esto cambió, y de cómo se empezó a representar a Buda en forma humana, se inicia en Pakistán hace unos 1.800 años.”

“En aquel tiempo, el budismo llevaba ya siglos de existencia. Según la tradición budista, el Buda histórico fue un príncipe de la región del Ganges, en el norte de la India, que vivió en el siglo v a.C., y que abandonó su vida de realeza para convertirse en un asceta errante, deseoso de comprender y, por ende, de superar las raíces del sufrimiento humano. Después de muchas experiencias, finalmente se sentó bajo una higuera y meditó sin moverse durante 49 días, hasta que finalmente alcanzó la iluminación: la liberación de la codicia, el odio y la ilusión. En ese momento se convirtió en Buda, el «Iluminado» o el «Despierto». Transmitió su dharma —su enseñanza, su camino— a monjes y misioneros que a la postre recorrieron enormes extensiones de Asia. Cuando el mensaje budista se extendió hacia el norte, pasó por la región conocida como Gandhara, en lo que hoy es el nordeste de Pakistán, en torno a Peshawar, en las estribaciones del Himalaya.
Todas las religiones tienen que afrontar la pregunta clave: ¿cómo puede aprehenderse lo infinito, lo ilimitado?, ¿cómo los humanos podemos acercarnos al Otro, a Dios? Algunos aspiran a lograrlo mediante los cánticos, y otros solo por“medio de las palabras; pero la mayoría de las religiones han considerado que las imágenes son útiles para concentrar la atención humana en lo divino. Hace algo menos de 2.000 años, sorprendentemente, esta tendencia cobró ímpetu en varias de las grandes religiones. ¿Es algo más que una extraordinaria coincidencia el hecho de que, aproximadamente en el mismo momento, el cristianismo, el hinduismo y el budismo empezaran a representar respectivamente a Jesucristo, a los dioses hindúes y a Buda en forma humana? Coincidencia o no, fue en ese momento cuando las tres religiones establecieron unas convenciones artísticas que todavía hoy perviven en gran medida.
En Gandhara, a partir de la década de 1850, se descubrieron e investigaron numerosos santuarios y esculturas budistas; de hecho, hay más obras escultóricas y arquitectónicas budistas procedentes de Gandhara que de ninguna otra parte de la India antigua. Nuestra figura, prácticamente de tamaño natural y de estilo realista, es una de ellas. Debió de constituir una extraordinaria visión para cualquier budista de hace 1.800 años, dado que hasta”“hacía poco solo se había representado a Buda mediante un conjunto de símbolos: el árbol bajo el que alcanzó la iluminación, un par de huellas, etc. Darle forma humana era algo completamente nuevo.
La historiadora Claudine Bautze-Picron, que enseña historia del arte indio en la Universidad Libre de Bruselas, nos describe el paso a la representación de Buda como un hombre:
Buda fue un personaje histórico real, de modo que no era un dios. Hace unos dos mil años hubo un movimiento por el que se empezó a representar a varias deidades y a hombres sabios que habían vivido unos pocos cientos de años antes. La primera evocación de la presencia de Buda está grabada en monumentos circulares llamados «stupas». Allí se alude a Buda mediante el árbol bajo el que se sentó, donde experimentó su despertar, que es de hecho el significado de «Buda», «despertar». El culto a las huellas es un importante elemento en la India todavía hoy; estas aluden a una persona que ya no está, pero que ha dejado su rastro en la Tierra. Esto evolucionó hacia una estructura aún más elaborada, donde tenemos un pilar en llamas en lugar del árbol, lo que “donde tenemos un pilar en llamas en lugar del árbol, lo que significa que la luz surge de Buda. Así pues, había símbolos que penetraban poco a poco en el mundo artístico y que de hecho abrieron el camino a la imagen física de Buda.
Nuestra escultura —una de las más antiguas que se conocen— probablemente data del siglo III d. C., cuando Gandhara estaba gobernada por los reyes kushán del norte de la India, cuyo imperio se extendía desde Kabul hasta Islamabad. Era esta una región rica gracias a su emplazamiento en la denominada Ruta de la Seda, el conjunto de rutas comerciales que unían China, la India y el Mediterráneo. Desde Gandhara, la ruta principal discurría en dirección oeste por Irán, hasta la ciudad egipcia de Alejandría. La prosperidad y la estabilidad política de Gandhara permitieron la construcción de una amplia serie de santuarios, monumentos y esculturas budistas, además de potenciar una mayor expansión misionera. Es un hecho que las religiones que han sobrevivido hasta hoy son precisamente las que se difundieron y sustentaron mediante el comercio y el poder. Esto resulta profundamente paradójico; el budismo, la religión fundada por un asceta que des “preciaba toda comodidad y riqueza, prosperó gracias al comercio internacional de productos de lujo. Junto con aquellas valiosas mercancías, como la seda, viajaron los monjes y misioneros, y con ellos viajó también Buda en su forma humana, quizá debido a que una imagen así resulta de gran ayuda cuando uno choca con la barrera de la lengua en su predicación.
En las representaciones que hoy conocemos se puede ver a Buda en cuatro posturas estándar: tendido, sentado, de pie o caminando. Cada postura refleja un aspecto determinado de su vida y actividad, más que un momento o un acontecimiento concretos. Nuestra escultura le representa en su estado de iluminación. Va vestido como un monje, tal como cabría esperar, pero a diferencia de los monjes, no lleva afeitada la cabeza. Se ha deshecho de toda gala y se ha despojado de sus joyas principescas. Las orejas ya no han de soportar el peso del oro, pero los lóbulos alargados todavía muestran los agujeros vacíos que nos indican que este hombre fue antaño un príncipe. Su posición de loto, con las piernas cruzadas, es una postura que se usa para meditar y, como en este caso, para predicar.”“Pero esta estatua, y los miles de aspecto parecido que se esculpieron más tarde, tienen un propósito. Thupten Jinpa, un antiguo monje y traductor del dalái lama, nos explica cómo utilizar una imagen como esta como ayuda en nuestro viaje hacia la iluminación:
Los practicantes religiosos interiorizan la imagen de Buda primero contemplando la imagen y después llevando esa imagen de Buda al interior de sí mismos en una especie de imagen mental. Y luego reflexionan sobre las cualidades de Buda: el cuerpo, las palabras y la mente de Buda. La imagen de Buda desempeña el papel de recordatorio, en la mente del devoto, del maestro histórico, Buda, su experiencia del despertar y los acontecimientos clave de su vida. Hay diferentes formas de Buda que simbolizan tales acontecimientos. Por ejemplo, hay una postura muy famosa de Buda sentado, pero con la mano en un gesto de predicación. Técnicamente, este gesto de la mano alude al de girar la rueda del dharma, el dharmachakra.
Este es precisamente el gesto de la mano de nuestro Buda se”“dente. El dharmachakra, o «Rueda de la Ley», es un símbolo que representa el camino a la iluminación. Se trata de uno de los símbolos budistas más antiguos conocidos que se han encontrado en el arte indio. En la escultura, los dedos de Buda representan los radios de la rueda, y él está «poniendo en movimiento la Rueda de la Ley» para sus seguidores, que a la larga serán capaces de renunciar a los estados materiales de la ilusión, el sufrimiento y la individualidad en aras del estado inmaterial de «la más alta felicidad», el nirvana. Buda enseña lo siguiente:
Solo al necio engaña la apariencia exterior de la belleza, pues ¿dónde está la belleza cuando se despoja a la persona de sus adornos, se le quitan las joyas, se deja a un lado la ropa llamativa, y las flores y guirnaldas se marchitan y mueren? El hombre sabio, viendo la vanidad de todos esos encantos ficticios, los considera un sueño, un espejismo, una fantasía.
Todo el arte budista aspira a distanciar a los fieles del mundo físico, incluso cuando utiliza para ello una imagen física como nuestra estatua... "

MAPA DEL BUDISMO:


ACTIVIDADES:

1.-En el BLOG abre una entrada sobre Buda y labora un esquema del texto que acabas de leer.
2.-En la entrada coloca información que busques en la WEB sobre el Budismo: número de personas, países budistas, principales templos, coloca imágenes, mapas, esquemas o diagramas.
3.-Cuenta en 5 ó 6 líneas quién era Buda y qué es el Budismo.
4.-Busca información que compare al Budismo con otras creencias.
5.-Busca algún vídeo sobre la historia de Buda.





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